A Prueba de Boludos
Soy un boludo. Calculo que aquellos pocos que todavía leen estas líneas tenían una sospecha firme al respecto, pero hoy lo confirmo. Lo soy. Y como boludo autopercibido, exijo ser tratado como tal. Todo aquello que requiera mi atención debe ser estrictamente diseñado, pensado, definido, explicado en clave A Prueba de Boludos, o APB.
A medida que envejezco, tiendo a entender cada vez menos. Si llego a vivir mucho tiempo más, calculo que llegará el día en que no voy a entender absolutamente nada. Hoy entiendo menos que ayer, y un poco más que mañana. Leo instrucciones y no las entiendo. Pero, en mi defensa, no me saben llevar. No me guían hacia una “inmersión en el problema”. Yo me tengo que sumergir en algo para poder entenderlo; desde la superficie no te agarro nada. Tengo que hacer clic. Y es raro encontrar cosas que me logren poner en ese estado mental donde uno conecta con el coso en cuestión.
Y así con todo. Uso un producto y no lo entiendo. Packaging? Para el momento en que puedo apreciar lo que se le ocurrió al fantasma de diseñador industrial que hizo el packaging para impresionar a algún jefe, ya está destruido y no hay vuelta atrás. Ahh, la lengüeta era para allá. Meh. *lo tira a la basura*.
Mi hijo tuvo una época donde era fanático de los Transformers y Dios santo el tiempo que me llevaba entender cómo convertir el robotito en auto o viceversa, con un clic por acá, un clic por allá, una vuelta por acá, todo mientras el pibe me metía presión con sus ojos llenos de ilusiones y pum se rompió el robotito y agarrate Catalina quien le explica que el juguete nunca va a ser el mismo.
Escribir instrucciones, crear objetos o interfaces APB es un acto de nobleza. Por caso, el creador del artefacto debe despojarse de todo deseo de querer parecer un ser superior y asumir que la gran mayoría que interactuará con su artefacto muy probablemente sea un boludo como yo. Y que la facilidad de uso es el elogio máximo al cual un diseñador puede aspirar. Si esto requiere explicar de más, no importa, explicá de más. Es mejor para un usuario descartar explicaciones redundantes a que sienta esa sensación de orfandad de “por qué no me pusiste un par de vistas más, un dibujito, algo”. Pero ojo, diseñar algo APB no significa subestimar a quien lo usa ni insultarlo, sino respetarlo lo suficiente como para no dejarlo/a solo/a ante el abismo de la ambigüedad. Diseñar APB es diseñar para el apurado, el que no leyó, el que interpreta todo al revés. El que no pudo, no supo, no quiso.
Porque a fin de cuentas, uno no diseña para un usuario hiper alerta, despierto, interesado en nuestras cosas; uno diseña para el cansado, el distraído, el que quiere salir rápido del paso porque le preocupa mas otra cosa. Muchos diseñadores de cosas tienen que bajarse del pony y asumir que no son el ombligo del mundo.
A título personal: Mi paraíso, mi jardín del Edén APB es la señalética argentina. En mi opinión, la mejor del mundo. Puede que no sea del todo objetivo porque de ahí vengo, pero es de lo más agradablemente APB que uno pueda encontrar. Si vas a una cochera subterránea, te ponen “Salida” 100 mil veces. Salida. Salida mostro. Flecha. Ah, no lo viste? Salida eh. SALIDA. ¡Gracias por elegirnos!
En otros lados del mundo, se piensan que uno tiene en la cabeza el mapa 3D del lugar. Te ponen “salida” solo cuando estás justo al lado de la salida. Ahí en esos intersticios donde el GPS te abandona, APB es el camino.
¡El subte porteño, qué placer! Full APB. Doscientas mil veces te ponen las estaciones para cada lado, todo. El nombre de la estación aparece cada medio metro; lo podés ver de espaldas, de frente, de chanfle. ¡Da gusto ser un boludo en movimiento en el subte de Buenos Aires!