Amor a la Guita
En la mítica página de fútbol EnUnaBaldosa, existe una sección llamada “Amor a la guita” (amor al dinero en dialecto rioplatense/porteño). En dicha sección, se resaltan las extensas trayectorias de jugadores que cambiaron más de camiseta que de ropa interior, de alguna forma mostrando su poco amor por los colores1 y su gran apego a la biyuya (de nuevo, dinero en lunfardo rioplatense2).
En ciertas industrias, existen también jugadores de dudosa lealtad que bien podrían ir a parar a la sección anteriormente dicha. En la industria espacial startupera en particular, encontramos una interesante troupe de jugadores veteranos cuyo cuarto de hora pasó hace rato y cuya plasticidad neuronal va en franco declive pero, resistiéndose al retiro inexorable, deambulan por la industria buscando “pichones”, léase, fundadores o similares con daddy issues no resueltos que caen en las redes de estos gerontes que vienen a traer su experiencia y sabiduría, pero terminan haciendo más líos que los que vienen a resolver. Eso sí, asegurándose equity y jugosas compensaciones en el proceso.
En gran medida, estos Juan Topo3 de la industria no funcionan porque además de estar intelectualmente atados a tiempos y formas que datan de tiempos ha, chocan con lógicas barreras generacionales cuando el promedio de edad de las organizaciones que pescan es como mucho treinta años. Ojo, no se amilanan; se los ve llegar y salir a festejar hitos o milestones a la par de los demás, en karaokes y boliches, disfrutando la posibilidad que les da la vida de escapar aunque sea un rato de las pantuflas y el diario en casa.
Me pasó de ver a uno que en un momento fue parte de la organización donde yo estaba (no tengo ni idea cómo y para qué llegó), pero al tiempo desapareció, sólo para volver a aparecer pero ahora vistiendo otra camiseta. Mi confusión fue tal que los primeros diez o quince minutos pensé que todavía jugaba para nosotros hasta que caí en la cuenta que nos estaba tratando de vender algo.
A ver, no hay que escupir para arriba. Todos vamos a envejecer y me encantaría en 25 años poder seguir activo esquilmando al fundador de turno. Seguramente la vida a los setenta no sea un canto a la adrenalina y pescar a estas startups inocentes e indefensas les dé un aire rejuvenecedor y una razón para sentirse útiles otra vez. No hay nada malo en eso y me gustaría poder hacerlo a mi también cuando llegue el momento.
Tal vez lo único a revisar es dejar de darle a estos septuagenarios itinerantes y amantes de la tarasca demasiado poder para lo que sus sinapsis cansinas pueden manejar. No ponerlos en roles de relevancia para el día a día, teniendo en cuenta que en general trabajan part-time porque además están robando trabajando con dos o tres startups más al mismo tiempo, y no les da la energía para las urgencias que hay que resolver.
ATENCIÓN PODEROSO GREMIO DEL CONSULTOR SENIOR: leer con atención y favor de comprender el texto anterior. No me estoy tirando en contra de ustedes, que tienen intenciones y espíritus nobles al proveer sus servicios y conocimiento sin meterse en el camino crítico. No vaya a ser que me hagan la gran Tonya Harding cuando salgo a pasear el perro.
Ver por ejemplo la trayectoria del “Loco” Abreu
Otras formas de decir dinero en Argentina: tarasca, papota, plata, mosca, teca, morlacos, torta, filo.
Como era de esperar, EnUnaBaldosa tiene su propio término para esto: Betocarrancear. Dícese de la acción de aprovechar los primeros años de plenitud futbolística para hacer una carrera digna y después dilatarla innecesariamente, cambiando de equipo cada 6 meses y/o jugando en ligas de escasa competitividad, donde fácilmente se pierde el prestigio a cambio de unos pocos pesos. Robar con el nombre, bah.