Pseudo Ingeniería
Empiezo por el remate: La mayoría de los mortales sólo hacemos ingeniería “de verdad” una infinitesimal fracción de nuestras existencias. O quizás nunca.
Me explico.
Ni bien mi zigzagueante carrera profesional comenzó a desarrollarse, noté que mi educación universitaria no me había explicado mucho respecto al proceso “formal” mediante el cual se crean objetos complejos. A ver, tenía una idea de lo que el sentido común me dictaba, pero no mucho más sobre como se viaja a través de lo que ahora sé que se llama “ciclo de vida” de un sistema. En la universidad (soy electrónico), estudié física, análisis matemático, semiconductores, teoría de circuitos, sistemas de control, potencia, radiofrecuencia y una infinidad de otros temas “fundamentales” hasta el cansancio (ojo, no estoy criticando estos contenidos porque creo que son esenciales y aplicables a una gran variedad de temas), pero de alguna forma no vi contenido relacionado al proceso que transforma una idea amorfa en un objeto que funciona bien.
Ahora bien, con el tiempo me dí cuenta que esto no es algo a achacarle a las universidades de ingeniería, porque en realidad no les compete. Este proceso misterioso, algo caótico, secuencial aunque inescapablemente iterativo, no es otra cosa que el viejo y mentado proceso de diseño.
El proceso de diseño es una suerte de proceso de “búsqueda” que nos lleva a identificar necesidades, bosquejar soluciones posibles, probarlas, refinarlas e implementarlas hasta obtener resultados satisfactorios. Es un proceso indiscutiblemente creativo. Y una cosa es cierta: no nos pertenece. No pertenece exclusivamente al universo ingenieril. El proceso de diseño tiene entidad propia, y como tal puede aplicarse a una inifindad de temas y objetos variopintos. Indumentaria, muebles, políticas públicas, repostería, modelos de negocios, y un larguísimo etcétera. A decir verdad, prácticamente cualquier cosa puede ser objeto (y sujeto) de diseño. La habilidad de diseñar es una habilidad netamente humana. Un niño de 3 años diseña cuando arma un garage con Legos para sus autos de juguete. Un preso diseña cuando bosqueja en su cabeza cómo escaparse hacia la libertad.
Obviamente, el proceso de diseño tiene que ser adaptado en función del objeto de diseño. No es lo mismo diseñar un corpiño que un plan para escaparse de Alcatraz.
La confusión diseño-ingeniería se exacerba cuando entra también en escena el concepto de producto. Producto entendido como “aquello que se diseña y desarrolla con fines comerciales”. La ingeniería es complementaria a la creación de productos técnicos comerciales, claro está, pero no son sinónimos. Un transbordador espacial es una maravilla de la ingeniería y no es un producto.
Qué es entonces la ingeniería si le quitamos el proceso de diseño y el aura comercial de producto? Por un momento, parece que no nos queda mucho, ya que últimamente hablamos más de diseño y de productos que otra cosa. En una segunda lectura, nos damos cuenta que lo que nos queda es la esencia misma de ésta.
La ingeniería es la creatividad de utilizar principios fundamentales (dotados de una buena dosis de heuristica) para cambiar el contexto y así poder hacer lo que antes no se podía hacer.
Pero atención, esto no significa caer en el lugar común de que la ingeniería hace “posible lo imposible”. No. Todo lo que la ingeniería logró fue siempre técnicamente muy posible, de otra forma nunca se hubiese logrado. Sólo faltaba precisamente eso: el ingenio apoyado en los hombros de la ciencia fundamental y las lecciones aprendidas para hacerlo salir a la superficie desde las mismísimas sombras.
Por ejemplo, no podíamos llamar o mensajear a allegados de forma “portátil”, hasta que se pudo. No podíamos observar nuestro planeta “desde afuera” hasta que se pudo. Ningún humano podía despegarse un milímetro del suelo (sin volver al piso en una parábola inevitable) hasta que vinieron los tozudos hermanos Wright y se pudo. No podíamos regular la función eléctrica del corazón humano hasta que se pudo. No podíamos reusar la primeras etapas de lanzadores espaciales hasta que vino SpaceX, dijo “teneme la cerveza” y se pudo. No se podía cruzar en auto o tren desde Francia al Reino Unido hasta que un grupo de ingenieros decretó que se podía. No se podian integrar transistores juntos en un cristal hasta que se pudo.
Una vez que la ingeniería rompe el molde y cambia el contexto, esto es irreversible. No hay vuelta atrás. Se mostró que se podía: ahora es cuestión de mejorarlo. Y pronto será el tiempo de productizarlo y comercializarlo. O militarizarlo.
Una vez que la ingeniería mostró el camino, como decimos en Argentina “desculó”, después lo que los mortales hacemos es repetir recetas. Eso, estrictamente hablando, no es ingeniería en mi diccionario. Eso es solamente seguir la huella. Un Boeing 787 Dreamliner no hizo posible que pudiéramos volar. Un GPU H100 de NVidia no hizo posible que pudiésemos integrar circuitos de enorme complejidad en un pedazo de cristal de un par de milimetros cuadrados. Esto no quita que no sean objetos por los cuales sacarse el sombrero. Son mejores? Si. Tienen una performance infinitamente superior a sus antepasados? También. Pero en el fondo, repiten la receta. Están condenados a ser poco originales1, a sacarle el jugo a un concepto o arquitectura que otro descubrió a fuerza de cálculos, borradores, prueba y error. Son covers, remixes cada vez más sofisticados, no la canción original. Entiendo que puede ser algo temerario decir que éstas maravillas técnicas no representan ingeniería “pura”, pero lo sostengo: a nivel macro, no vienen a cambiar el contexto y permitirnos hacer lo que antes no se podía hacer. Fight me.
Lo reconozco, mi concepción de la ingeniería “de verdad” está muy cerca de la invención, aunque no necesariamente necesite de brillantes Edisons y/o Teslas peleando sin cuartel para ver qué corriente es mejor. Se puede romper el molde a fuerza de colaboración y tesón de grupos de trabajo de gente “de a pie”, sin superestrellas inventoras. Y la clave no es inventar por inventar, la clave es que con lo que se crea se pueda hacer algo que antes no se podía hacer.
Yo creo haber hecho ingeniería “de verdad” una sola vez en mi vida. Todos nos decían que no se podía, que por algo se hacía de cierta forma y bla bla. Hasta que se pudo. Después, vinieron otros y siguieron la huella. El resto de mi existencia profesional me he dedicado a repetir recetas. Debo decir, me siento increíblemente afortunado de haber hecho ingeniería pura al menos una vez. Uno puede tener una exitosa carrera pseudo-ingenieril de 50 años sin haber ingeniereado nunca.
The Curse of Unoriginality
TL; DR: From a large number of independent random samples, the average of system architectures devised to solve a particular problem converges to the most optimal one, if it exists. We can call this …